viernes, 11 de mayo de 2018

El sorprendente Jesús de Marcos

Jesús en una sinagoga

Me gustó ese título del libro de Secundino Castro Sánchez. Es un comentario exégetico al evangelio de Marcos.

Copio a continuación una cita que me gustó mucho. Me hizo comprender un pequeño esquema que se suele utilizar por distintos autores para leer el Evangelio de Marcos. Como oyente casual normalmente he "asentido" a ese tipo de teorías sobre la estructura de un evangelio pero esta vez encontré su sentido. De acuerdo a Johan Konings (por citar alguno) la estructura es la siguiente:

Introducción (Mc 1, 1-13) - ¿Quién es ese hombre? (Mc 1,14-8,26) - el Mesías diferente (Mc 8,27-16,20). 

El pasaje a continuación se encuentra en la "sección bisagra". La primera parte "¿quién es ese hombre?" pretende ilustrar la experiencia desconcertante que las acciones y dichos de Jesús producen en los lugares por donde pasa. Las personas del común quedan siempre desconcertadas, mientras que los demonios que poseen a las personas que él libera lo reconocen inmediatamente como el Hijo de Dios. A estos Jesús siempre los manda a callar (en una dinámica llamada "el secreto mesiánico", algo que yo entiendo como un recurso literario que prepara al lector para la revelación "ya clara" de la persona de Jesús en la segunda parte del texto. En esta primera parte Jesús es algo así como Aragorn en el Señor de los Anillos, esto es, alguien "oscuro" que se va destacando de manera particular). La presente cita se produce al final de esa primera parte. Jesús ha estado realizando acciones que poco a poco en el relato lo van develando como alguien con una autoridad especial. En esta cita (Mc 8, 22-26) Jesús cura a un ciego con una doble imposición de manos. Con la primera, verá a las personas como árboles que caminan, con la segunda, ya podrá ver claramente.
Cuando llegaron a Betsaida, le llevaron un ciego y le pidieron que lo tocase.
  Tomando al ciego de la mano, lo sacó a las afueras del pueblo, luego de ponerle saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó:
   —¿Ves algo?
  El ciego que iba recobrando la vista dijo:
   —Veo hombres; los veo como árboles, pero caminando.
  De nuevo le impuso las manos a los ojos.
   Él afinó la mirada, fue sanado y distinguía todo de lejos perfectamente.
La siguiente perícopa ya tendrá a Pedro confesando a Jesús como el Mesías (aun cuando todavía no entienda del todo lo que dice) dando comienzo al siguiente momento del relato "el mesías diferente". En este segundo momento, el lector, ya ilustrado sobre la persona a la que está mirando, pasará a conocer de qué manera es mesías Jesús. Este detalle, el paso de una vista confusa a una vista clara, con ese ejemplo tan desconcertante (¿a quién se le ocurre explicar que el recuperado primero veía a las personas como árboles?), me llevó a darme cuenta de que el evangelio de Marcos realmente es una catequesis, como tantas veces me han dicho, y no solo una compilación de hechos sobre Jesús y teorías de teólogos enamorados. 

Cuando le agrego a esto el contexto de la escritura, Roma, sus destinatarios (cristianos de segunda generación, conformados por judeo-cristianos y paganos) y los problemas que el evangelistas quiso abordar para ellos, y la manera en que lo hace, comienzo a darme cuenta de que los evangelistas fueron realmente personas muy interesantes tratando de llevar, paso a paso, a los lectores a adentrarse en el misterio cristiano.

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