martes, 13 de abril de 2021

Lecturas: El mesías de Dune

Spoilers alert.

El mesías de Dune es la segunda parte de la trilogía original de Dune escrita por Frank Herbert. Esta trilogía posteriormente sería extendida a seis libros, culminando en Chapterhouse Dune. Los tres primeros libros, se centran con mayor proximidad a la familia Atreides, sobre todo girando alrededor de Paul y sus hijos. 

El cometido principal de Herbert, en sus tres primeros libros, era reflexionar sobre dos cosas: el rol y las limitaciones de los líderes carismáticos y, las implicaciones de la dependencia de un solo recurso para la supervivencia de las actividades humanas. Cuando hizo Dune Herbert pensaba en el petróleo, que en Dune es presentado a través de la imagen de la "melange"/especia, una sustancia cultivada en el planeta Arrakis/Dune que permite los viajes intergalácticos y, a los seres humanos, la extensión de la vida, el fortalecimiento de sus capacidades y una cierta capacidad de prever el futuro.

En esta libro Herbert continúa la historia de Paul luego de que este terminara convirtiéndose en el mesías que no quiso ser (al tomar el agua de la vida y derrotar a todos sus enemigos). Paul no está contento con la senda de mesías en la que se halla inmerso pero, a la vez, no hay nada que pueda hacer para evitarlo, al menos sin que el hecho de dejar este rol cause una mayor cantidad de muertes en la galaxia conocida. 

En el transcurso de esta historia, veremos a Paul gobernando un Dune ahora próspero y estudiando el futuro, buscando un modo de terminar con su rol causando la menor cantidad de daño posible. En su rol como regente lo acompañan los Fremen, ahora golpeados en su identidad y costumbres, puesto que su estilo de vida no era uno vinculado a la ostentación del poder y un ejercicio amplio de gobierno sino de supervivencia, de tipo más local, en los desiertos del planeta Dune. De todos modos, Paul tiene la compañía y lealtad de aquellos que fueron cercanos a él . Por supuesto, no todos están contentos con los cambios y, junto con personajes de la compañía CHOAM, el Landstraad y las Bene Geserit, se planea un complot para asesinarlo. Paul podrá prever parte de esta situación pero también preveerá que evitando esta situación solo causaría un daño mayor. Así que juega y estudia las alternativas de futuro que este complot va abriendo "al andar". 

Hasta ahí con algunas palabras de la dirección de la trama.

Novedades en esta historia son la aparición de algunos personajes nuevos: los bene tleilax, una variación de la raza humana capaz de cambiar su fisionomía y, por lo tanto, destacados en el rol de espionaje y traición; los navegantes de la cofradía, representados por Edric, un ser con características de anfibio que vive en una pecera de melange que le permite organizar previsiones de navegación; el ghola de un personaje del primer libro. Un ghola es el cuerpo de una persona muerta, cuyos tejidos fueron conservados con prontitud y que fue reconstruido y traído de nuevo a la vida. Los caracteriza la capacidad de recordar parte de su identidad pasada, aunque conformen una nueva identidad. 

Personajes que regresan: Chani, que se mantiene como concubina y el amor de Paul; la princesa Irulan, que ahora juega un mayor entre el complot y la fidelidad; la madre Bene Geserit Gaius Helen Mohiam, que desea acabar con Paul pero conservar el linaje genético inscrito en él; Stilgar, el amigo Fremen de Paul, que ahora lo acompaña, aunque algo desconcertado del rol de gobernar. También regresa Alia, con un rol más prepoderante, aunque no del todo  central, quien también ayuda a Paul a gobernar.

Puedo decir que la lectura de este libro fue menos emocionante que la del primero, sin embargo, a nivel reflexivo fue una experiencia interesante. Digo que fue menos emocionante, porque me frustraba y desconcertaba que Paul no pudiera detener la Yihad iniciada en su nombre, a pesar de su buen proceder, buena voluntad y sus capacidades aumentadas. Herbert no da suficientes razones para esto, solo nos muestra a un Paul en conflicto con esta situación. A la vez, es un poco frustrante ver la poca libertad que su capacidad de prever el futuro le da. Anda como una persona atada e impotente por un destino trágico impuesto por fuerzas que no tienen una explicación. De todos modos, sí es interesante el hecho de ver a Paul gobernar, tomar decisiones que afectan a personas, a pesar de su buena voluntad, y la pregunta filosófica o especulativa sobre las relaciones entre lo que sería el libre albedrío y la anhelada fantasía humana de prever el futuro. 

Otro de los temas interesantes de la historia es el rol del ghola. Será regalado a Paul como una trampa: una manera de mantenerlo en constante cuestionamiento de sus propias decisiones y, al acecho de poder asesinarlo en algún momento de debilidad. Sin embargo, al ser un regalo con una conciencia parcial de su pasado, el ghola no será una mera máquina secreta sino una auténtica identidad en conflicto consigo misma en búsqueda de su propia naturaleza. 

La historia del Mesías de Dune es mucho más breve que su entrega anterior. No puedo decir que la haya disfrutado más pero sí que no deja de ser un ejercicio interesante de deconstrucción del héroe de la primera saga. En ese sentido es un paso valiente del autor. A la vez, plantea vivamente los problemas de mezclar los roles de gobierno con los imaginarios religiosos (precisamente en este punto se ahonda, cada vez que Paul pretende romper su rol pero el peso propio que su imagen divinizada, independiente de sí mismo, genera en otros). Finalmente, la figura del ghola plantea preguntas interesantes sobre el tema de la  identidad, que pueden ser relevantes para escenarios futuros de la humanidad: ¿hasta dónde una identidad rescatada es ella misma?¿puede vivir en paz a la sombra de quien fue pero ya no es del todo?¿cómo se afronta algo así? 

Un bonus interesante en las novedades de la historia será el surgimiento del tarot de Dune, que será la manera popular en que la gente se relaciona con el imaginario de un mesías viviente capaz de prever el futuro.

En el final de la historia Herbert arriesga nuevamente y logra buenos resultados dejando el deseo de  conocer el rol de nuevos descendientes en el gobierno de Arrakis Dune y su peso en su pequeño gran universo. 

lunes, 12 de abril de 2021

Pensar y mirar

Recientemente he estado atento a grabar videos cortos en donde comento las lecturas que hago. Hoy, por accidente, comencé a revisar el más reciente sin audio y me di cuenta de los lugares hacia los cuales miraba mientras hablaba del libro: muchas veces hacia la derecha, al comenzar a rememorar y, otras veces hacia la izquierda, como buscando algo. Me pregunto qué querrán decir los lugares hacia los cuáles miraba. 

De acuerdo a consultas rápidas en Google, mirar hacia la derecha es mentir y mirar hacia la izquierda es recordar. Como sé que no mentía, asocio la mirada a la derecha a otras respuesta que encontré: se mira a la derecha cuando se trata de construir una imagen de algo que no es hasta el momento, sino un conjunto de agregados. Se mira a la izquierda para recordar. 

Me queda como tema al cual volver. ¡Qué interesante e inesperado tema!

Sorpresa electoral

Ayer ocurrió algo nuevo en mi país otra vez. Tuvimos una elección cerrada (al menos de acuerdo a todas las encuentras previas) entre Guillermo Lasso y Andrés Arauz. Ambos candidatos eran considerados como los candidatos de dos oposiciones extremas: Lasso, hacia la derecha, con la visión de la libertad, emprendimiento, reducción del Estado y temor de un giro del país hacia un modelo de izquierda (totalitaria) y, Araúz, que pretendía hablar desde una perspectiva de izquierda, optimista de la visión de un Estado protector y asociado al correísmo, que decía manejar una visión social destacada, sobre todo, por un lenguaje de oposiciones entre buenos y malos, y amigo, al menos en su pasado, de un Estado marcado por la propaganda y la minimización de sus opositores. En la primera vuelta le había ido mejor a Andrés Arauz, con un 35% de votantes a su favor, vs un Guillermo Lasso, con un 16% muy peleado con Yaku Pérez, candidato destacada por discurso social y ecologista y también centrado en las bondades del Estado pero poco claro sobre una perspectiva de crecimiento económico no vinculado a un discurso de bueno y malos (menos cargado de violencia pero centrado en los mismos lugares comunes del correísmo). 

En el medio de la primera vuelta se quedaron candidatos no esperados: Xavier Hervas, el mencionado Yaku Perez y Pedro José Freile. Lo característico o distinto de estos personajes fue su postura marcada por un lenguaje de menor confrontación, deseo de construcción con posturas diferentes y optimista sobre el futuro. Hervas, al perder, ,habló de un diálogo de mínimos entre las posturas en los extremos, que permita hablar de una agenda común de país, Freile, más centrado en una visión de emprendimiento y encuentro y, Pérez, que no tomó a bien su derrota, pero que había sido destacado por su sentido del humor y buena vibra sobre el futuro.

Los porcentajes obtenidos por ellos fueron la sorpresa de la elección, pues eran una salida del discurso marcado entre las dos tendencias extremas entre izquierda y derecha representadas por Lasso y Arauz. Todos nos preguntábamos a quiénes irían esos votos que deseaban algo nuevo pero no se sentían representados por los candidatos de los extremos. Para la segunda vuelta fue muy importante para los ganadores canalizar esos votos.  A ambos les tocó incluir en su discurso temas que habían dejado bajo el tapete: inclusión de la comunidad LGBTI, inclusión del discurso sobre las libertades de las mujeres, mejor definición de su postura sobre los recursos de la naturaleza y un mejor discurso sobre su atención a la atención a los problemas sociales y concreción sobre su visión de reactivación económica. A la vez, una clara necesidad de desmarcarse del gobierno de turno, que ha venido en picada desde los acontecimientos de octubre de 2019 (un evento muy confuso y doloroso que se ha ido aclarando, cada vez más, con el pasar del tiempo). Cómo se leía octubre era uno de los puntos delicados para todos: tanto candidatos como electores. 

En todo caso. Entre los extremos de los que nos tocó escoger, el grupo de votos "de centro" prefirió dos cosas: quedarse desmarcado de ambos grupos y, apoyar la postura de Guillermo Lasso, no tanto por su visión de prosperidad, como por su apuesta más convincente de mantenerse en una línea democrática. 

Hay mucho más que decir, pero debo decir que, desde el abandono en que veo a mi país y la sucesión de tristezas públicas que se han agudizado por la pandemia, me ha sorprendido que el país opte por un régimen de tipo democrático y se distancie de la tentación del autoritarismo, cuyo mejor caldo de cultivo han sido todos los eventos confusos de este último par de años. ¡Qué sorpresa buena, país!