jueves, 22 de agosto de 2013

Invocar causas

(en proceso)

¿Cuántas cosas realmente apoya uno cuando quiere apoyar todas las causas?

En mi Universidad, la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, estábamos apoyando el espacio del Ciclo Rosa, cuando ¡bum!, estalló el Paro Agrario.

El Ciclo Rosa y el tema de la diversidad sexual son espacios importantes, pero tal vez de "élite" actualmente. Parece ser lo común que en países donde aun tenemos saldos pendientes a nivel social, las discusiones mediáticas y los movimientos de protesta se arremolinen con mayor determinación alrededor de este tipo de temas que, en el mundo de hoy, parecieran poder abrirse paso de modo inevitable (tal vez por ser "fáciles" y "evidentes" en el imaginario social). Estas pugnas de movimientos "liberales" usualmente se producen contra las instancias "conservadoras", la mismas que usualmente limitan sus discusiones a estos temas. Estas manifestaciones son cercanas a diálogos de sordos en donde de todos modos cada postura hace sentir su lugar. Al final, ambas posturas devolvemos la mirada a la autoridad dirimente y así los asuntos se van resolviendo a gusto y disgusto de cada grupo hasta llegar a algo tácitamente común y aceptable.

Pero en torno el Paro Agrario y muchos otros problemas por acá, las cosas parecen ser más complicadas. (En Ecuador hablamos ahora de la explotación parcial del Yasuní, hace unos meses teníamos varias campañas a favor de "la libertad de prensa", y podríamos seguir enumerando casos más locales de manifestaciones debido a asesinatos  circunstancialmente más públicos).

Sobre problemas en donde la presión pública no es suficiente para inclinar la balanza hacia uno u otro lado a veces he pensado que son tan complejos y tan lejanos que es difícil pretender cerrarlos con una protesta y que eso tiene algún sentido, pues cada cual también quiere hacer su vida.

En Colombia he experimentado que muchos, cientos, miles, "todos" protestan y protestamos por el conflicto armado y abogamos por las víctimas del conflicto, pero que las soluciones evidentemente son insuficientes. Nos lamentamos de ello, exigimos a las autoridades y el problema regresa de manera grave en esa u otras dinámicas sociales altamente incómodas y fatales. Se vuelve un asunto que hay que "tolerar"... hasta que le toca a uno y entonces volvemos al reclamo de un modo mucho más fuerte. Encaja dentro de una cierta lógica de la vida, pero me pregunto si tanto.

Caminando hacia los lugares y víctimas del conflicto he podido constatar que no hay suficientes personas a ningún nivel formal o semiformal para resolver el asunto, ni remotamente (es tan simple como ir a pararse y conocer las periferias en donde viven las personas desplazadas para darse cuenta). Y entonces me he preguntado si estamos mirando al lugar adecuado en el problema. El Estado apunta a un proceso de paz con las Farc y pone los medios para ello. Las Farc parecen hacer lo mismo y el país mira expectante y apoya o censura el asunto central. Y eso tiene que ver con parte de la solución. Pero no es LA solución. (...)

Me parece que la protesta se ha vuelto la salida fácil de quienes no estamos interesados de verdad. Alguna vez, a propósito del conflicto armado, pude ver algo que me golpeó mucho y creo que me di cuenta de que la protesta era sólo un primer paso. La protesta era insuficiente para llegar como yo quería a una solución efectiva a una situación concreta y prácticamente inmediata (cómo atendía a X, ahí, en ese determinado momento. Bien podría ser el caso de Monte Sinaí). No me contentaba con decirlo a fulanita y fulanito "estoy protestando por ti", así que comencé a dar forma a mi propia solución.

El barruntado de mi propuesta era ir a un lugar concreto y dedicarse al problema dado ahí (el que fuere) de manera importante, pues me puse a pensar que el tema del conflicto armado, aunque requiera soluciones macro, requiere también algo así como una revolución cultural pues creo que detrás hay un problema de ciudadanía y de comprensión de lo que es vivir en un Estado. ¿Por qué? Porque yendo a los lugares en donde se asienta la población desplazada me encontraba con una institucionalidad deficiente y con muchas fundaciones cuyos financiadores cambiaban de opinión antes de lo que yo consideraba una solución responsable a aquello que se pretendía responder. En una reacción visceral me parecía ver una ruleta internacional de apariencias (aunque puedo admitir que no es así de simple).

Pero ese no era el fondo de las cosas. Teníamos un problema de financiamiento por parte del Estado (para la formación de funcionarios adecuados y suficientes en los lugares periféricos) y teníamos un problema de financiamiento de las fundaciones (pues el financiamiento cambiaba hacia nuevos problemas del mundo, también reales). Pero en el fondo de todo ello descubrí un problema de personas. El utópico y simple pensamiento de ver a personas en mejor situación volcando un tiempo en estos lugares me abrió los ojos: puedo abogar por causas y eso es una primera reacción, pero tal vez hay algo más simple y tangible: hacerme parte de una causa.

Haciendo esto he ido aprendiendo a abrir puertas más allá de los "hasta aquí llego" que tengo en el bolsillo cuando salgo del lugar seguro de la protesta. Me ha tocado cambiar un poco. No hablo de un sentido moral -religioso, hablo de la simple determinación de pretender resolver un problema. Actualmente eso ha abierto mi pregunta hacia el papel de la protesta, la cual encuentro siempre válida y necesaria, pero me he visto volcado a algo así como dar un salto hacia el mundo desconocido para mí de preguntar un nombre y recordarlo y de confirmar mis pasos hacia esas soluciones. Me pregunto yo qué pasaría si la mitad de nuestros movimientos de protesta actual, dieran un paso similar.

Puedo adelantar que para casos puntuales he ido encontrando soluciones y que para otras hasta creo ir vislumbrando maneras de conectar instituciones, personas y Estado al determinado problema enfocado. Encuentro que par mí no necesariamente se trata tanto de refundar y tirar todo por la borda como de implicarme, precisamente porque refundar y tirar todo por la borda es sólo un primer sentimiento de algo mayor. A veces me pregunto si lo que vivimos es una incultura emocional.

De todo esto voy aprendiendo mucho. Lo primero y más simple: que construir cosas es algo más complicado que pedir su regreso o desbaratarlas. Creo que ése es uno de los elementos que falta en la política actual, pero que depende menos de funcionarios y más de ciudadanos. Para eso no se requiere necesariamente de mediadores, aunque de vez en cuando también sean parte de soluciones eficaces (precisamente el Estado es un modo de organización humana y, creo yo, un logro). Hago la precisión de los mediadores por la velocidad de nuestro hábito mental de "pedir" y "protestar" por instituciones más inclusivas, cuando, aunque eso sea parte, lo que faltan son ciudadanos más participativos, creativos e inclusivos.

En fin, creo que aquí hay un mundo nuevo por delante para el que quiera. Quien protesta, ya puede comenzar a mirar más allá (y por supuesto, seguir protestando. Creo que es una ganancia vivir en Estados democráticos organizados alrededor de mecanismos como la fiscalización, la representación y el equilibrio de poder, tema este último que siempre debe permanecer actualizado, aunque nos duela la crítica y el cambio).

No se trata tanto de un quinto poder como de aprender a preguntarse sobre las posibilidades de ser ciudadanos del invento del Estado. Ahí jugamos todos y creo que hay un mundo de enriquecimiento y cambios políticos, sociales y culturales por delante.

Notas varias (si me siguó hasta aquí, puede abandonar):

Al mismo tiempo trato de no criticar a quien replica toda protesta en las redes sociales virtuales o busca participar en cada protesta callejera por "solidaridad". Trato de entender esto como un fenómeno de nuestro tiempo: tenemos modos de comunicarnos más inmediatos y eso nos permite comunicar, en el compartir de información, nuestros primeros sentimientos (sí, compartimos información, pero detrás de ese compartir de noticias que van subiendo hay unos sentimientos_escogemos replicar unas noticias y otras no, ¿dónde está el criterio de eso?), pero creo que falta el auto examen de si no podemos ser al menos, un poco más consecuentes con los sentimientos que nos guían de vez en cuando (no sé si se puede siempre, pero ¿por qué tirar todo por la borda por no llegar al ideal?).

Barruntados a propósito de H.G. Wells y La máquina del tiempo.

(Impresiones sueltas,
no hay tiempo para más por ahora,
Máquina del Tiempo H.G. Wells)

Creo que el tipo de humanos futuros de "La máquina del tiempo" de H.G. Wells se aplanaron porque se quedaron en el planeta. Unos se volvieron unos seres totalmente pasivos y carentes de asombro y, los otros, unos seres terribles pero también embrutecidos.

No vi que la humanidad se hubiera aventurado a la exploración de los mares o del espacio. Su reflexión pareció limitarse a lo social en cierto sentido, ligado a un principio de necesidad y satisfacción.

De acuerdo a como nos entiendo a los seres humanos las buenas condiciones que deseamos sólo son un modo de volver a coger impulso para cosas nuevas. Los de Wells, en cambio, se parecen a los seres humanos de Wall-e, mejoramos condiciones para poder rascarnos la barriga. No nos veo así, al menos como raza, totalidad.

Sí estoy de acuerdo con él en  que el interés sostenido por un cierto tipo de actividad modificaría nuestras funciones en base a esos intereses.

Pero lo loco es que nuestros intereses no suelen ser tan nuestros como creemos..., llevo pensando un tiempo. Lo decía a propósito de cosas en las que uno se fija tan poco. Los nombres que utilizamos, nuestro modo de arreglarnos, son un modo de identificarnos para otros. Creo que estamos conscientes de eso de un modo primario, en lo que respecta a nosotros, pero que Mother Nature maneja más niveles. O si gustan, que nosotros mismos como especie, manejamos más criterios que aquellos sobre los que escribimos o discutimos (gracias a Dios).

Una fuerte discusión intelectual, a duras penas es un grito de "vengan por acá" cuando es convincente. Nos tiene que atrapar para que avancemos por eso vía. Pero lo mismo cualquier cosa que llama nuestra atención.
Como si camináremos en grupo sobre una vasta extensión. Entrar y salir, volver, detenerse.

Aun somos algo así como gruñido y cantar.
Pare, avance y cautela hasta investigación. Y salto.
¡Vaya qué somos variados!
No estaría bien hacer ruido, es esa primera noche de Marte, introducir un aparato extraño, brillante y tonto como una estufa. Sería una suerte de de blasfemia importada. Ya habría tiempo para eso; ya habría tiempo para tirar latas de leche condensada a los nobles canales marcianos; ya habría tiempo para que las hojas del New York Times volaran arrastrándose por los solitarios y grises fondos de los mares de Marte; ya habría tiempo para dejar pieles de plátano y papeles grasientos en las estriadas, delicadas ruinas de las ciudades de este antiguo valle. Habría tiempo de sobra para eso.
Crónicas Marcianas. Ray Bradbury.

domingo, 11 de agosto de 2013

 
Marta y María. Con Juan Andrés.

Revisando los textos el día de hoy me pareció darme cuenta de que Simón pasa a ser Pedro mucho antes de la parte formal de "ahora eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Además, tiene sentido con que llame a Santiago y Juan, Boanerges, "hijos del trueno". No sé si estoy equivocado pero tuve la clara impresión de que el tipo simplemente les puso apodos primero. Pedro definitivamente por terquedad. Sobre Santiago y Juan, me imagino que por carácter. 

Cualquier cosa preguntar a Marcos.

sábado, 3 de agosto de 2013

Formas de vida

(barruntados)

Un lápiz, potenciamos la forma de vida a la que nos permite acceder.
En la ciudad lo veo, pero al salir, vaya a ver qué tan fácil es encontrar un lápiz y un borrador.

Lo mismo con los cuadernos, las plumas. La música, los libros. Sal de tu barrio o los lugares que ahora figuran como conocidos. ¿Qué se potencia en otros lugares?

Vivimos sobre logros del pasado que no notamos.
Y comienzo a recordar que el asombro, decían, es un cosa muy grande.

Lo común es no asombrarse.
Asombro tiene que ver con sensibilidad, atención y cierta porosidad. Luego él va haciendo su camino.

Sigo impresionado de esa gente tan aguda que se supo detener ante los astros basada en creencias, intuiciones, superiores a lo que conocemos como fe. Diría que, casi, terquedad de locos. Ahí algo de un asombro muy grande que aun no conozco.

¡Benditos los que tuvieron esos ojos para mostrar caminos!