jueves, 19 de abril de 2018

Oldies: ¿Opinión pública?

Una colaboración oldie en GK (feb 2013) que se perdió (o descartaron) cuando actualizaron la página. A mí me gustaba y hace poco me di cuenta de que no tenía un respaldo de ella. La dejo por acá. En el texto intentaba reflexionar sobre el uso visceral de las redes sociales vs lo que consideraba un mejor ejercicio de ellas en lo que respecta a "dar una opinión".
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Escribo este texto deseando movilizar cierta atención y discusión a un tema que considero prioritario: la comprensión que tenemos de lo que es opinión pública. O, si gustan, de una de sus posibilidades no siempre recordada: el espacio de formación de nuestras opiniones a raíz del intercambio de las nuestras con las de otros.

Lo digo porque creo que hay un malentendido entre poder lanzar mi opinión en un espacio público Y arriesgarme a formar una opinión luego de ese lanzamiento. El lanzamiento es parte del ejercicio pero no es lo principal. Para mí el ejercicio de opinión pública tiene más que ver con la formación de una opinión (por la discusión entre un público diverso que aporta elementos y matices a nuestras primeras opiniones en torno a las cosas. Siendo estas primeras opiniones las que lanzamos pero que enriquecemos en el ejercicio de opinión).

Esto parece de perogrullo pero me vienen dudas ante el creciente ejercicio de los meros likes, retweets, o las felicitaciones al autor (o las descargas contra el autor), pero ningún enriquecimiento entre unos y otros. Rara vez se ve a un autor o a un crítico volver sobre sus palabras por aquí (y sin embargo creo que hay esmero de parte y parte).

Creo que el acto lanzar una opinión en un espacio público sin pretender mantener una discusión, puede ser un acto público pero viene a ser algo así como una descarga y no un ejercicio de construcción de opinión*. Esto me preocupa porque pienso que las descargas se acumulan y estallan y de eso creo que  tenemos bastante. Creo que es fácil de ver en las corrientes a favor o en contra del gobierno de nuestros espacios públicos o en las invectivas ilustradas contra la religión en espacios como éste. ¿Es con un pulpitismo público en versión secular aquello con lo que nos estamos contentando?¿La formación de nuevas murmuraciones a las que me adecúo, pero que sólo esperan a estallar?

En fin. Aquí algunos elementos para poner sobre la palestra:

Hasta donde entiendo, la construcción del espacio público (que es una conquista al espacio del poder estatal y el poder eclesial), fue consecuencia de muchas luchas durante el tiempo de surgimiento de la modernidad durante los siglos XVI a XVIII. En estos espacios de lucha de poderes alternativos, lo que llamaríamos la opinión pública actual, se fue articulando fuertemente  y por diversas razones, estando entre ellas la invención de la imprenta y su libre acceso. Periódicos, panfletos, textos con propuestas, textos con contra propuestas fueron dando, a un incipiente poder civil, la noción de tener algún tipo de voz alternativa y dirimente frente a los poderes establecidos y sus planes e imaginarios de vida para el común. Comenzaba a ser el común el capaz de articular un “sí pero”, o la suma de rotundos “no” que llevaren a los poderes a modificarse o desaparecer.

Pero parecemos haber olvidado que estas voces, o esta voz alternativa, la del “público”, se fue gestando desde un permanente ejercicio de discusión entre proponentes (he podido oír mucho de esto a propósito de personajes como Hobbes, Locke Rousseau, Hume, Kant o el propio Nietzsche). Este ejercicio, por supuesto era (y es) interminable y aún es posible rastrear grandes discusiones sobre las que seguimos construyendo nuestro mundo, (¿creemos que siempre hubo individuos?, ¿contrato social?, ¿hubo una vertiente de éste o varias?). No todo autor, si es que alguno, fue recibido con los brazos abiertos, pero ciertamente se volvía sobre las palabras escudriñando razones o sentidos donde los hubiera o pareciera haber algo. Si no era A, tal vez era A con B pero no siempre se saltaba entre A y no A (véase la influencia de Rousseau o Hume en Kant o toda la tradición filosófica conocida y contraargumentada en detalle y con pasión por Nietzsche, quien a su vez fue rechazado, malinterpretado y nuevamente valorado en ciertos puntos).

Consecuencia de este modo de proceder de discusión, comprometida y espontánea, no sólo se terminó en la discusión de ideas sino que, de una manera u otra, se iban gestando imaginarios sociales capaces de potenciar uno u otro modo de proceder y vivir, hallando matices, posibilidades y errores o nuevas formulaciones de las propuestas lanzadas. Todo ello siempre fue atravesado de pugnas, persecuciones pero sobre todo de este continuo diálogo entre los sistemas propuestos. En fin, creo que es un asunto en el que vale continuar investigando y al cual vale la pena poner mayor atención pues me llama la atención el constante nivel de popularidad, pero también de reincidencias sin matiz, de discusiones que nunca se dan (en el sentido de trascender un lanzamiento de opinión) para los planos morales o religiosos que se tocan en este lugar (o ciertas discusiones sobre democracia local en que nos contentamos con invocar a “los antiguos griegos” sin decir mayor cosa de su sistema de vida).

Como un inicio contentarse con lanzar una opinión puede ser algo interesante y divertido o liberador pero cuando se comienza a volver lo habitual, la comunicación unilateral del escritor (o del crítico al escritor), creo que pasamos por alto las posibilidades de espacios como éste volviéndolos meros lugares de desfogue y de suma de adeptos, confundiendo el acto público de expresarme con el de formar una opinión en un espacio público, esto es, un espacio de deliberación.

Cuando esto se vuelve reincidente pareciéramos estar estancados en un ejercicio de razón unilateral cuando, del simple ejercicio de vida y escucha (y un cierto tomar y tomarse en serio e informarse sobre lo que pide caminos crecientes) podríamos descubrir que tal vez la razón es dialógica (inclusive se habla de una razón situada) y ciertamente apasionada mas no meramente arrogante y expresiva. “Logos” es traducido como “razón”, “ratio”, en algunas ocasiones y, en otras, como “discurso” o “palabra”. Creo que vale la pena la consideración alterna al camino de la unilatelaridad de muchos posts o críticas en esta revista virtual, ejercicio ya bastante visto en la arena política actual, polite en lo similar o en la época electoral pero furibunda y temerosa de la primera discordancia de razones que tal vez piden más palabras (y claro que cuesta atravesarlas).

Va creciendo en mí la convicción de que a veces la mitad de nuestros lanzamientos-”discusiones” públicos son lenguajes en espera de una mayor articulación pues nos contentamos con el lanzamiento. Me parecería genial que consideraremos aún más las posibilidades de espacios como Gkillcity, que nos permiten escribir (y creo que eso da facilidad para asentar y pensar densamente temas) y tomemos con seriedad nuestras propias palabras e intereses averiguando hacia dónde nos pueden conducir si nos tomamos en serio y nos abrimos a la posibilidad de aprovechar el espacio público de opinión, para dar el paso, interminable, de una opinión enriquecida que a su vez permita articular nuevas prácticas (no hay Gangnam Style sin un contexto que lo comprenda). De lo contrario somos como lobos disfrazados de ovejas, algo así como un reencauche de lo mismo pero con palabras nuevas, como hijos malcriados de la modernidad, con estructuras que nos permiten ser vistos pero para no tener realmente más cosa que decir, que tal vez una nueva suma de adeptos, ejercicio válido, inevitable pero insuficiente si de cosas nuevas hablamos.

Podemos ampliar lenguajes. Tal vez haciendo honor a la capacidad propia del hombre, el habla, que le permite decidir y expresar, con los inevitables otros,  lo que considera y ha experimentado como lo mejor para su vida, aclarándolo (para sí mismo al expresarlo) o ampliándolo en el ejercicio deliberativo, aquel que se encuentra en su casa en espacios como estos.

*Cuando hablo de esto no me refiero a que el ejercicio de opinión pública nos lleve a un tipo de opinión uniforme sobre las cosas pero sí a una variación y enriquecimiento de las discusiones de cajón que luego nos contentamos con abanderar creyendo haberlas discutido por habernos limitado a aparecer.

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