jueves, 19 de abril de 2018

La historia de Agar

o "la primera teofanía"

Hace unas semanas nos contaban en clase el relato de Agar, la sierva de Abrán. El profesor nos hizo caer en cuenta que ahí se narraba la primera teofanía de la historia de Israel (pues, antes de este, los relatos en la Biblia, como el de la creación, son de carácter más general y hablan de la humanidad). 

Copio a continuación el relato para que luego puedan observar mejor el detalle que el profesor destacó.

Saray, la mujer de Abrán, no le daba hijos; pero tenía una sierva egipcia llamada Agar. Y Saray dijo a Abrán:
   —El Señor no me deja tener hijos; únete a mi sierva a ver si ella me da hijos.
   Abrán aceptó la propuesta.
   A los diez años de habitar Abrán en Canaán, Saray, la mujer de Abrán, tomó a Agar, la esclava egipcia, y se la dio a Abrán, su marido, como esposa. Él se unió a Agar y ella concibió. Y al verse encinta le perdió el respeto a su señora. Entonces Saray dijo a Abrán:
   —Tú eres responsable de esta injusticia; yo he puesto en tus brazos a mi esclava, y ella, al verse encinta, me pierde el respeto. Sea el Señor nuestro juez.
  Abrán dijo a Saray:
   —De tu esclava dispones tú; trátala como te parezca.
   Saray la maltrató y ella se escapó.
  El ángel del Señor la encontró junto a una fuente de la estepa, la fuente del camino de Sur, y le dijo:
   —Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?
   Ella respondió:
   —Vengo huyendo de mi señora.
  El ángel del Señor le dijo: 
   —Vuelve a tu señora y sométete a ella.
  Y el ángel del Señor añadió:
   —Haré tan numerosa tu descendencia, que no se podrá contar.
  Y el ángel del Señor dijo:
   —Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor te ha escuchado en la aflicción. Será un potro salvaje: él contra todos y todos contra él; vivirá separado de sus hermanos.
  Agar invocó el Nombre del Señor, que le había hablado:
   —Tú eres Dios, que me ve, y se decía: ¡He visto al que me ve!
  Por eso se llama aquel pozo: Pozo del que vive y me ve, y está entre Cades y Bared. Agar dio un hijo a Abrán, y Abrán llamó Ismael al hijo que le había dado Agar. Abrán tenía ochenta y seis años cuando Agar dio a luz a Ismael.
Lo que destacó el profesor fue que la primera aparición del Dios judío en la historia fue ante una mujer que, además, era esclava. La segunda era que el nombre que Dios pidió que se ponga al niño fue "Ismael" que, traducido del hebreo, quiere decir "Dios oye". Agar no había hecho una petición formal a Dios pero estando embarazada del hijo que era para Abrán y Sarai, se interpreta, había deseado también un hijo. De ahí su desprecio hacia Sarai y, también, su respuesta llena de gozo a Dios al final del relato. Ahí lo llama "tú eres Dios que me ve" y proclama llena de alegria "he visto al que me ve!". Dios la había escuchado en su muda petición.

A veces uno olvida decir que este es un relato teológico, no una historia real. Si la historia fuera real uno considera injusto que una mujer tenga que pasar tanto dolor para mostrar que Dios le dio un hijo. Cuando entendemos que el relato está al servicio de un mensaje, en cambio, vemos que lo que se quiere decir al pueblo judío es que el Dios en el que creen y sobre el cual están leyendo esta con ellos y es capaz de escuchar las plegarias mudas y no hace diferencia de roles para escuchar ni para responder.

Leo el relato bajo esa perspectiva y quedo admirado de la profundidad y la belleza de las intuiciones de aquellos escritores judíos.


Agar en el desierto. Litografía de Marc Chagall (1960)

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