miércoles, 7 de diciembre de 2011

Cierres

Cosas buenas leídas este año:

G.K. Chesterton - Dickens
El fin de la excepción humana - Jean Marie Schaeffer
Ética de la autenticidad - Charles Taylor
Utilitarismo - John Stuart Mill
The Essential Calvin & Hobbes - Bill Watterson
Persépolis - Marjanne Satrapi
Fernando Pessoa - Antología
José Saramago - Poesías
Ricardo Lobo Antunes - Crónicas
Rainer María Rilke - El libro de las imágenes
Baruch Spinoza - Ética
Ralph Waldo Emerson - Naturaleza, El poeta
Aristóteles - Ética a Nicómaco

De este año, ¿qué me queda?

No todo lo puede marcar a uno pero hay cosas que dejan una cierta y constante resonancia. Intentaré decir algunas palabras sobre ensayos que debí haber escrito.

Puedo decir que de Chesterton me queda el volver a tener presente la musicalidad de la vida. Leyendo este ensayo sobre Dickens (y con Dickens a la mano) pude notar que Dickens influyó mucho en el estilo de escritura de Chesterton y en la totalidad de su concepción de vida. Los pasajes que más me impresionaron fueron aquellos en que hace una defensa de la irrealidad de los personajes de este autor. Si los personajes son irreales es porque son descritos de la manera en que una persona percibe a otra en la cotidianidad. Hay personas que nos caen tan mal que las odiamos y las vemos como encarnaciones infernales, otras que nos alegran tanto que su presencia nos hace sentir emociones que de ser representadas nos harían reír. Recordar este tipo de cosas me ayuda a tomar menos en serio (o simplemente gozar) nuestra manera de vivir la realidad que nos rodea.

En otro sentido me ha agradado Chesterton porque me da la impresión de que es un racionalista extremo.  Cuando se llega al extremo, desde lo que sigue siendo la construcción social, uno parece ver un precipicio de complejidad y mezquindad insuperable. Chesterton lo salta y, en este salto, presenta la posibilidad ante el exceso; la presencia de un algo que se ríe, subyace, acompaña y que conviene buscar. Lo he sentido como una especie de compañero lúcido. Siempre hay algo esperando, lo mejor es ir hasta el extremo. Como soy católico lo asocio con la experiencia del resucitado. Si algo atosiga hay que ir al fondo, tomarse en serio el juego, el Señor está esperando. Subestimar es errar y continuar cargando (y la vida precisamente es liberación).

Del buen Schaeffer me quedo con la puesta en duda de cualquier teleología. Nietzsche lo hace bien pero me deja tan cansado. En algún enfoque leía que su problema era que se quedaba frecuentemente en la criticidad. Es entonces cuando Schaeffer entra y lo plantea de otra manera e inclusive amplía el punto: la relación con el entorno (la tierra de la que salimos y a la que volvemos) tal vez tiene un peso mayor del que podríamos creer. Sostiene, similar a Nietzsche que tal vez no hay teleología del hombre (que parece subyacer inclusive al más escéptico de los racionalistas). ¿Quién dice que la razón no es algún tipo de evolución más relacionada con el ambiente y los recursos que nos podemos proveer desde este? ¿Nos hacemos más inteligentes o simplemente tenemos una capacidad que nos mantiene ocupados y vivos?

En donde se vuelve más interesante es que Schaeffer pone en cuestión el grado de "especialidad" que creemos tener desde argumentos científicos interesantes y en el lado filosófico desde argumentos convincentes y sugerentes (el cuestionamiento de la dicotomía cartesiana_ res cogitans y res extensa_, y su limitación a dejar lo propio del hombre en la cogitans/pensamiento _que parece reafirmarse en Kant_, me dejó pensantivo). Por otro lado, rescata la naturalidad con que se puede tomar esta situación (a la manera de un Hume) y lo que podemos hacer desde nuestra condición. Sí, tal vez no hay una teleología del hombre ni de la razón pero nunca la ha habido y tenemos muchas cosas, ¿por qué entonces debe ser trágico darse cuenta de que tal vez no tenemos algo que nunca tuvimos?

Me alegra porque no lo encontré un libro llorón e histérico. Cuestiona y deja abierta como posibilidad lo que en otros casos sería una catástrofe o un motivo de reaccionaria e histérica "alegría". Algo tan usual cuando encuentro amigos que encuentran nuevos paradigmas...

Charles Taylor. De este autor me queda, y creo que es uno de los mayores premios, uno de los desafíos filosóficos a los que me he sentido invitado y en los que he sentido cierta identificación y búsqueda existencial sin darme cuenta. Este autor plantea algo llamado: el malestar de la modernidad. Su tesis es que la hay y tiene tres vertientes identificables. individualismo extremo, razón instrumental (desde el momento en que se vuelve contra el hombre) y apatía política (consecuencia de las dos anteriores). Sin embargo, no es un trágico, a partir de la afirmación de las dos primeras y reflexiones y citas en torno a ellas se propone la búsqueda del origen de la mismas (desde un punto de vista algo social, histórico y sobre todo en la evolución de las tesis filosóficas. Por ejemplo, en la modernidad surgió el individuo, pero ¿por qué?, ¿a qué respondía y a qué responde ahora?

Me gusta que al igual que Schaeffer, no lo hace desde un discurso lastimero ("el mundo está jodido") sino al contrario, sosteniendo que al buscar las raíces de lo que ahora representa un problema (un individualismo excesivo, el olvido de nuestro origen más común y aun subyacente: nuestra casa y nuestro entorno social) podremos encontrar las cosas a las que respondieron y la manera en que, conociendo su origen, podemos continuar encauzando desafíos que aun no se terminan de desarrollar.

Stuart Mill. Porque es un tipo sensanto. Desarrolla el principio "felicidad es la búsqueda del placer y la exención del dolor". Lo hace a propósito de objeciones a esta tesis, basadas en reducciones a veces al absurdo, que Mill sabe poner en su lugar. Una de sus afirmaciones cumbres (la parafraseo) es la de que no le toca a él precisar lo que es bueno para cada uno, pero que pretende zanjar discusiones que se pierden presentando este sencillo principio como medio dirimente cuando las discusiones se vuelven demasiado abstrusas. Sí creo que su propuesta tiene sus falencias a nivel de su práctica social (no me terminan de convencer sus argumentos sobre la simpatía y la educación, aunque creo que son parte del camino).

Pude ojear también su ensayo sobre la libertad. De éste rescato sus tesis a favor de los personajes excéntricos (y los argumentos sobre estar en guardia cuando hablemos de "buenas costumbres"). Concuerdo plenamente con su mejor argumento: en el mejor de los casos el excéntrico plantea nuevos caminos, en el peor, confirma los caminos transitados. Creo que viene bien en tiempos en que se le quiere decir a cada quien lo que es mejor con una tendencia de homogenización.

Bill Watterson en Calvin & Hobbes
(continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario