domingo, 25 de octubre de 2020

De cines y otras "bibliotecas": Casa de Acogida Hogar de Nazareth (CAHN)

Este fue un proyecto que realicé hace un par de años (cuarto final de 2017), fue mi segundo experimento de espacios culturales sencillos relativamente exitoso. Su modalidad fue: "de combate".

¿Cuál es la historia? 

Sobre la Casa

Fui voluntario de la Casa de Acogida Hogar de Nazareth (CAHN Guayaquil) para mujeres víctimas de violencia entre los meses de septiembre a diciembre de 2017. En esta Casa-Hogar se acoge a mujeres que se han visto forzadas a huir  por violencia intrafamiliar o por hallarse en situaciones vulnerables o atropellos como a su integridad y dignidad como la trata de blancas a la prostitución. Ellas son bienvenidas con sus hijas e hijos en edad infantil (hombres hasta los 11 años, mujeres hasta los 13 aproximadamente) y acompañadas por un proceso de aproximadamente seis meses para reparación de su identidad, protección y generación de un nuevo proyecto de vida. Algo característico de este proceso es que salen poco del lugar, debido a lo delicado de su situación tanto a nivel de protección física como emocional.

Sobre mi labor, su modo general y sus metas

Generalmente fui a la CAHN después de mi trabajo los días viernes hacia las 6 de la tarde y me quedaba hasta las 9.30 de la noche. Mi voluntariado consistía en leer cuentos, acompañar a cenar y ver películas con las mujeres y niños internados en la casa. Sobre todo, tenía dos metas: que las madres pudieran tener un tiempo de descanso de sus hijos los viernes por  las noches mientras estos se concentraban viendo la película. A la vez, hacer algo sencillo, constante y cercano que permitiera llegar a otros voluntarios interesados y generar una relación con las personas acogidas en casa, de modo tal que luego pudieran ellos mismos soñar con el tipo de apoyo que querrían dar a la casa.

Esta es una foto de las funciones de cine de los viernes por las noches

La iniciativa de cine y el posterior cine foro

El grupo recibió bien la idea y, al principio, enviaban a sus niños a ver las películas. Siempre escogía algo que pueda ser disfrutado por ellos pero también por las madres, así que, con el tiempo, algunas de ellas comenzaron a asistir al espacio. Con este primer grupo las edades de las niñas y niños mayores eran relativamente cercanas, por lo que imprimían una cierta dinámica a los más pequeños que se comportaban relativamente bien o se quedaban dormidos si la película no captaba del todo su interés. Por el lado de las madres había buena atención también.

Con el tiempo se me ocurrió probar un sencillo cine foro sobre lo visto. Para que no sea tedioso, usé algo que una vez me funcionó en un colegio: llevar hojas y colores, repartir las hojas y dejar los colores  a mano y pedirles que dibujen aquello que más les llamaba la atención en el momento en que así fuera. No importaban si dibujaban con bolitas y palitos. 

Este es un dibujo de uno de los mejores foros: la historia sin fin de Michael Ende

Haciendo esta actividad me di cuenta de que el cine se estaba volviendo no solo un espacio lúdico y de descanso sino una herramienta para ampliar el lenguaje emocional: uno podía sentirse como Atreyu  cuando pierde a Ártax, como Bastian cuando es perseguido por los chicos abusadores o como este cuando es sorprendido e interpelado por el libro que lee, etc. Siendo este un lugar de acogida, del que se sale poco me pareció muy grande poder dotar a las mujeres acogidas con una herramienta emocional que las ayudare a ampliar su lenguaje, precisamente cuando necesitaban poder hallar un nuevo lenguaje para interpretar el mundo. 

Esta intuición y las limitaciones económicas del lugar (le faltaba vida al ambiente) me llevaron a una segunda idea: ¿por qué no comenzar a decorar alguna pared del lugar con las imágenes producidas en los cine foros? Esto ya lo había hecho en un colegio y generaba muchas cosas: curiosidad, visitas al espacio (en ese tiempo una biblioteca), conversación, orgullo de mostrar lo hecho, en fin, creación de referentes de muchos tipos y espacio común. Aquí la misma idea tenía un potencial aun más constructivo y sanador. Así que le puse manos a la obra.

El complemento: una biblioteca abierta

Como complemento de esa idea, se me ocurrió que sería bueno habilitar un lugar en donde las cosas siempre pudieran ser exhibidas y en donde pudieran buscar otras historias, esta vez desde la exploración interior, el silencio y la resonancia personal: una biblioteca.


Los dibujos en la pared exterior de la biblioteca 

Otra pared que habilité luego, este era su día de estreno

Así, a la par de los cine foros, la biblioteca daba espacio para las galerías que surgían a partir de las películas y, con ello, daba pie a la posibilidad/necesidad de un espacio distinto para continuar con esa experiencia cultural. Aquí vale hacer una pausa: la Casa de Acogida ya tenía una sala de estudio para los niños, pero esta permanecía cerrada, salvo en las horas estrictas de estudio. De dejarse abierta, por la variedad de temperamentos, edades y limitación de personal, las cosas en esas salas podían ser perdidas o dañadas por los niños, generando dificultades para ese servicio en la casa. Como yo no tenía nada que perder, algo sabía de estas cosas y ahora palpaba la intuición del lenguaje emocional, propuse hacer una biblioteca que siempre estuviera abierta, sabiendo del riesgo de destrucción de ella por parte de los niños. 

                                       
Efectivamente,  esa algarabía y curiosidad intensa es lo que ocurría cada vez que llegaba y caminaba hacia ella 

La biblioteca tuvo varias fases, pero este post sería mucho más largo si pusiera fotos de ellas (me las pueden pedir). Se puede decir que comenzó con los libros en el piso en varios lugares de una sala subutilizada como bodega pero a la que, con el tiempo, le fui consiguiendo estantes. Quienes me ayudaron a ordenar las cosas eran los niños más grandes y, quienes se encargaban de volverla nada eran los niños más pequeños. Sin embargo, cada viernes volvía a renacer, pues sospechaba que no solo sería de los niños sino también de unas madres buscando historias. Y así fue. Esta es una pequeña secuencia que me gusta: muestra el espacio y algo de su vida y su luz.

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Y aquí abajo, un mural que unas voluntarias extranjeras, motivadas por la idea, hicieron para terminar de dar vida al espacio. En este había referencias a la literatura universal e infantil. Ciertamente el espacio no quedó tan vacío, se puso mesas en el espacio despejado.


El sistema de préstamos fue el mismo que en una iniciativa anterior: una caja de cartón y pequeñas hojas, cinta y una pluma a mano para que las mujeres acogidas registraran sus préstamos. La idea también contemplaba los préstamos de los niños pero esto fue imposible debido a que yo iba una vez a la semana y no había personal que hiciera seguimiento de ello, sobre todo por los niños muy pequeños y las veces que pudieran tomar algo sin avisar.


A nivel de madres la iniciativa tuvo una buena, aunque no espectacular, acogida. Parte de la población que llegaba podía tener interés en leer, como cierta parte no. En la siguiente foto constan mujeres de uno de los grupos en donde la iniciativa tuvo buena recepción y siempre estuvieron atentas a la llegada de nuevos libros o a comentar sus ojeadas o lectura de libros. Una de las experiencias más interesantes fue con un libro de Rafael Lugo que yo consideré vulgar y escrito desde una posición acomodada que a una de ellas, más bien, le generó curiosidad por la lectura. El libro era "Abraza la oscuridad". 

Aquí algunas de las pícaras acogidas simulando leer mientras apuestan en un juego de mesa. Sin embargo, todas ellas fueron parte del grupo lector.

Final de la experiencia

Meses después tuve que viajar y no pude seguir acompañando la evolución del espacio. Por desgracia, supe que, al no haber cuidador y ser un lugar con población en situación de tránsito la iniciativa fue quedando descuidada. En una experiencia posterior aprendería de la importancia de generar responsables de los espacios entre la población que recibe el servicio (en ese tiempo pensé que podría sr materia de conflicto y que yo no tenía tiempo de formarlas en la visión que tenía del espacio). Pero estos aun no eran aquellos tiempos en que tendría más claros los roles mínimos...

Sigo creyendo que la idea de esa biblioteca "de combate" (siempre abierta a las mujeres y niños acogidos en la casa) fue buena y quisiera volver a probarla en el futuro, esta vez desde los aprendizajes ganados en estos años y la reflexión de lo vivido en aquellos tiempos. 

2 comentarios:

  1. Que valiosa iniciativa, gracias por compartir la historia, estoy segura que esto ayudó a mejorar un poco ese momento por el que estaba pasando aunque sea una mujer o algún niño en aquel lugar y que lo recordarán siempre. Que bonito.

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  2. Gracias, Reb. Así me pareció a mi también y fue un motivo de satisfacción mientras anduvo. Como decía al final del texto, espero poder retomarla ahora que volví a vivir en mi ciudad.

    Sabes, le agregué títulos a la publicación para que sea más fácil orientarse en el texto.

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