"¿Y su mandala?"
Preguntaba a varias conocidas cuando terminaban un trabajo.
(Yo volvía de traer a otros chicos de un repaso,
mi pregunta era una tomadura de pelo)
Una de ellas fue a buscarlo, me llamó
y extendió la cartulina ya guardada.
Un grupo de criaturitas que ya salía del salón se arremolinó de vuelta junto a mí para ver la obra de arte
y yo me preguntaba si esa impresión de estar ante uno de los misterios y alegrías del mundo
no sería la que siente alguna vez todo padre.
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