domingo, 25 de marzo de 2012

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Hay días en que hay que recordar y recordar alegra el corazón y lo aligera y entonces uno sólo puede decir "gracias,

ya recuerdo."

Y, recordando,
volver a comenzar.
si no ligero,

al menos sabiendo
hacia dónde se va

dejando llegar a uno
lo que lo trajo
y lo que lo envía

siempre
más allá
y más acá

siempre agradecido
y olvidando
y

volviendo a comenzar.

"Iba yo lentamente por el camino de los campos, cuando el sol caído guardaba en el ocaso, como un avariento, su último oro. La luz se hundía en la sombra, más hondo cada vez, y la tierra viuda, segadas ya sus mieses. yacía silenciosa.


De pronto sonó por el cielo la aguda voz de un niño que cruzaba invisible la oscuridad, dejando el hilo de su canción suspenso en la hora callada. Su hogar lo estaría esperando al fin del llano seco, tras los cañaverales, al amparo de los plátanos, de las finas arecas, de los cocoteros y lor verdinegros panes.


Me detuve un momento en mi solitario caminar, a la luz de las estrellas. La tierra profunda se tendía ante mí, abrazando una infinidad de hogares con cunas y camas, con corazones de madre y lámparas encendidas, con vidas jóvenes, alegres de esa alegría que no sabe todo lo que vale para el mundo."

El Hogar. Rabindranath Tagore. La Luna Nueva.

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