lunes, 17 de octubre de 2011

Tristezas

(o reflexiones en torno a dos rayes oídos en el terruño a propósito de la palabra religión)

Quien diría, parece que ahora el fundamentalismo es antireligioso. La enfermedad, el fundamentalismo, quedó. Pero más que pesimismo, habría que preguntarse por qué ocurre, de dónde sale y si es tan fuerte como parece. ¿Rebatir escribiendo?, si nace. Ocurrió una vez pero me pregunto si habrá una segunda ocasión de desear aclarar cosas cuando no se toma en cuenta lo dicho y se repite el mismo raye sin el menor matiz. Otra cosa, un escenario considerable, es rebatir en una conversación (y eso si es que hay algo que rebatir, ciertamente no busco defender lo indefendible). ¿Vale la pena dedicarse a rebatir rayes rabiosos?, ¿contra qué se dirigen?

"La naturaleza no hace nada en vano" decía Aristóteles y le creo. Reacciones tan fuertes y similares no son locura sin embargo.

Comparto casi todas sus ideas, sólo me apena el punto de la religión. Estos rayes parecen dirigidos a las más disparatadas figuras eclesiásticas (P. Paulino y Arregui asumo) y también a las más disparatadas prácticas del medio (la no donación de órganos porque no se podría ver en la otra vida, ejemplo que se suele citar). Desinformación, falta de conversación, falta de criticidad (y falta de confianza en el mismo Dios en que se cree), son palabras que acuden a mi cabeza cuando pienso en ese tipo de prácticas (o mejor dicho abstención de prácticas) en los católicos.

Pero también es verdad que hay más gente de por medio y muchos más temas que se invisibilizan cuando simplemente se aduce la palabra "religión" para lo del párrafo anterior.

Hay más que decir pero hay  demasiado ruido en el tema. Tal vez la tarea sea hacer lo que uno hace y conversar cuando aparezcan estos espacios. Y recordar en esas discusiones que se habla con una persona que forma parte de un medio más grande, no con el medio y la totalidad de sus problemas y posturas.

Pero también es verdad que no se puede hablar cuando no se quiere escuchar. Y escuchar, es algo tan complejo. No se limita a aceptar o rechazar argumentos sino también al hecho de procesarlos (darse tiempo de asentarlos, ¿acaso no pensamos desde un cuerpo?) y, de haber interés real y no sólo reacción y deseo de destrucción justificado desde alguna etiqueta "racional", de buscar conocer más de aquello con lo que se pelea. Pelear con fantasmas es lo más fácil, no te pueden contestar. Hablar de y con Dios también me dirán.

Pero aquí entraríamos al campo de mis creencias (que las podría resumir, para no hacerme el misterioso, en un críptico y sencillo "en él vivimos, nos movemos y existimos" o en la creencia de que somos creados diaria y constantemente, o en un "Dios habita el suelo en el que me muevo, a mí mismo y a las personas con las que discuto" y así seguir en una conversación sin fin que más que argumentación es un asunto experiencial para mí). Siendo así, no tengo el menor interés en "convertir a nadie", ni en dejar de oír a nadie tampoco. Me interesa todo y respeto lo que pida respeto. Y repito, he utilizado la palabra creencia (no hecho, o verdad, o prueba científica). La discusión, sin embargo, es sobre la descalificación que percibo en torno al tema.

Pero bue, al menos estamos comenzando a hablar como pensamos y desde donde somos. Me preocupa, sin embargo, que parece partir desde un curuchupismo  sin cura y no aceptado (o sea señalar descalificando y demonizando cosas desde una postura de gran seguridad, hablar de las personas como cosas fijas y no cambiantes y variadas). Me temo que la discusión se haya acabado antes de comenzar. Se aduzca "desinterés" cuando la repetición del tema indica atención. Cuando la vehemencia y ridiculización con que se trata demuestra posturas de absoluta descalificación. Uno no se libera del fundamentalismo por etiquetar o señalar los fundamentalismos en los demás. Pero bue, aquí ya comencé a volar...

En todo caso, han sido rayes en medio de discusiones más interesantes y claras.

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