jueves, 6 de febrero de 2014

Diezmo

Pensando en los diezmos a propósito del problema con la señora Piraquive: una mujer que inició un negocio a través de una "iglesia evangélica". La acusan de beneficiarse con la colecta del diezmo. Larga historia, pruebas materiales abundantes del beneficio y hasta partido político del movimiento. 

En fin. Lo que pensaba, luego de oír a una conocida que a pesar de ello confiaba en el efecto de su contribución ("allá ellos si lo utilizan mal"), fue tratar de comprender el diezmo como una disposición. ¿Cómo? Siendo claro y sincero, me sumo a quienes ven un engaño en todo el rollo y que creen que esto es asunto de la justicia. Pero cuando miro a los contribuyentes como mi conocida me fijo en lo que ellos ven, o trato de pensar en lo que ellos ven: el diezmo como una disposición, un modo de ofrecer algo a Dios. Cuando lo veo así, el asunto cambia a pensar en otros medios, alternativas a esa disposición y dejar un poco la pelea y la conversación sobre el cinismo de los beneficiarios. Sí, que se haga justicia, pero lo que puede responder a la inquietud de estas personas va por otro lado. Yo lo veo ahí, en la disposición que eso significa para ellos y, en la expresión de una necesidad (uno contribuye con un diezmo pidiendo o pensando en salud y bienestar y en un modo concreto y material de relacionarse con Dios).

Mientras no haya una alternativa, o un modo de canalizar/responder a ese deseo, seguiremos viendo más de lo mismo. Los líderes han apuntado al lugar correcto (los deseos y necesidades espirituales de las personas). Nosotros, los supuestos indignados, al lugar incorrecto (censurar al que se enriquece, no mirar a qué respondió ello en quien aporta con dinero).

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