No estaría bien hacer ruido, es esa primera noche de Marte, introducir un aparato extraño, brillante y tonto como una estufa. Sería una suerte de de blasfemia importada. Ya habría tiempo para eso; ya habría tiempo para tirar latas de leche condensada a los nobles canales marcianos; ya habría tiempo para que las hojas del New York Times volaran arrastrándose por los solitarios y grises fondos de los mares de Marte; ya habría tiempo para dejar pieles de plátano y papeles grasientos en las estriadas, delicadas ruinas de las ciudades de este antiguo valle. Habría tiempo de sobra para eso.
Crónicas Marcianas. Ray Bradbury.
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