martes, 19 de febrero de 2013

Habitar

Sí, habitar.

Si yo te habito, me amas.
Si tú me habitas, te amo.

Habito los lugares en los que estoy.

Y así la gradación entre amistades, familias y nuevas familias. Allegados y no allegados. Trabajo pleno y mera ocupación, atenciones y desatenciones.

Y caminos.
Lo que recordamos son los caminos que más recorremos.
Esos son los que reconocemos con familiaridad.
Y en los cuales podemos notar las diferencias.
Esos son los lugares que observamos con cuidado.

Pero también están las sorpresas.

Lo habitual y la novedad.
No puede haber demasiadas novedades. Lo decimos pero es un proceso. La novedad nunca es bien recibida.
El temor es una emoción preventiva.

Pero tal vez hay diferencias.
Temo cuando llega algo nuevo
pero es diferente al temor que siento cuando soy yo el que se aventura,
en ese caso hay cierta emoción y se sabe que todo es novedoso.
Diferente de la novedad que me sorprende e incomoda en mi habitualidad.
Sólo con el tiempo seré capaz de medir si ella me trae algo bueno
o se limita a generarme nuevas incomodidades.

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