martes, 19 de agosto de 2025

Sófocles y Hans Jonas: entre la gloria y la miseria del ser humano (2)

A propósito de la lectura de Hans Jonas y su principio de responsabilidad hacia las generaciones futuras, me encontré con una cita de la Antígona de Sófocles: un breve himno a la grandeza del ser humano. Lo percibí como un paralelo antiguo del himno renacentista que ya había comentado en relación con Pico della Mirandola.

Jonas retoma esos versos para subrayar la potencia transformadora de las acciones humanas. En el contexto griego, Sófocles celebraba con asombro ese impacto del hombre sobre el mundo. Jonas, en cambio, lee ese mismo asombro a la luz del siglo XX —tras la Segunda Guerra Mundial y la irrupción de la energía nuclear— y nos advierte que ese poder ha crecido hasta volverse desconcertante, casi incomprensible en nuestra experiencia cotidiana. 

Ejemplos como el desastre de Chernóbil ilustran con crudeza cómo ese “himno a la gloria humana” se convierte también en un recordatorio de su fragilidad y de la urgencia de la responsabilidad.

(El desconcertante efecto invisible de la energía nuclear liberada)
*Estrofa 1.ª
¡Cuánto hay que admirar en el mundo! Pero nada tan maravilloso como el hombre. Él, impulsado por los vientos tempestuosos, atraviesa el espumante océano y surca las olas que braman a su alrededor; él fatiga a la Tierra, a esta venerable diosa inmortal y fecunda, desgarrando cada año su seno con el arado que arrastra, ayudado del ganado caballar.

Antístrofa 1.ª
El hombre industrioso caza los pájaros de rápido vuelo y las fieras de las selvas, y los peces de los mares con redes sutiles en que los envuelve y aprisiona. Su astucia triunfa de los monstruos salvajes de las montañas y sujeta al yugo al corcel de larga crin y al toro indómito y montaraz.

Estrofa 2.ª
Él cultiva la palabra y las ciencias sublimes: él conoce las leyes y costumbres de las ciudades; él sabe preservar su vivienda de los hielos del invierno, y de las exhalaciones de la tormenta. Fecundo en recursos e ingenioso, lleva su previsión hasta lo porvenir. También ha encontrado medio para escapar de las enfermedades más crueles… Tan solo le será imposible librarse de la muerte.

Antístrofa 2.ª
Habiendo llegado en la industria y en las artes más allá de toda esperanza, marcha, sin embargo, unas veces hacia el bien y otras hacia el mal; por esto el poderoso de la ciudad que torcidamente interpreta las leyes humanas y divinas es digno de ser expulsado de ella tan pronto como su audacia concibe proyectos criminales. Que el que ejecute tales cosas no participe ni de mi hogar ni de mi pensamiento. (Se ve aparecer nuevamente al centinela trayendo prisionera a Antígona). ¿Pero qué es lo que veo? No me cabe duda. ¿Cómo he de decir que no es esta la joven Antígona, si la estoy mirando con mis propios ojos? ¡Hija infortunada del desdichado Edipo! ¿Qué es esto? A ti no te traerán aquí como infractora de la orden del rey; en ti no cabe semejante locura…
..
*La traducción de los versos de Sófocles que comparto viene del blog referenciado al final. Me pareció más accesible que la versión de la editorial Antares, Ecuador, que es la que tengo a mano. 

Tal vez la versión de Antares sea más cercana al original. La traducción fue realizada por la profesora y filóloga ecuatoriana Myriam Merchán. Sin embargo, para efectos de una comunicación ágil y fácilmente comprensible - y por lo tanto - que mantenga ese asombro de la primera lectura, he preferido la del blog referenciado: 

Fuente de la traducción citada: https://www.teseopress.com/antigonasofocles/chapter/coro-2/

martes, 12 de agosto de 2025

Pico della Mirandola: Entre la gloria y la miseria del ser humano (1)

Citas citables:

"Discurso sobre la dignidad del hombre" (1496).

"No te he dado, oh Adán, ni un lugar fijo, ni una forma propia, ni una función particular, porque el lugar, la forma y las virtudes que elijas serán fruto de tu decisión y de tu voluntad.

A los demás seres los limité por leyes; tú, en cambio, las determinarás todas,
sin restricción alguna, por tu libre albedrío.

Te coloco en el centro del mundo, para que desde allí contemples mejor todo lo que existe.

No te hice ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal,
para que tú, como libre y soberano artífice, te moldees y esculpas como desees.

Podrás degradarte hasta lo más bajo,
o podrás, por tu voluntad, alcanzar los cielos, lo divino […]”.

Giovanni Pico della Mirandola. “Oración acerca de la dignidad del hombre”, 1496.