(aun en construcción)
El discurso general de mi país me propone escoger entre derecha e izquierda.
Para decir algo sobre ellas debo distinguir entre dos esferas de actividad en donde estas se mueven: el espacio de los poderes públicos (elegidos por voto popular o designados por autoridades competentes) y el espacio de la opinión (redes sociales, conversaciones, manifestaciones colectivas). ¿Por qué es necesaria esta distinción? Porque desde el poder público se pueden realizar cosas, coherentes o no, con los ideales promovidos por estas ideologías, mientras que en el espacio de la opinión se puede especular, soñar y atacar, en fin, dibujar un panorama de metas y, con ellas, expresar comprensiones del mundo. En este texto me voy a centrar en el ejercicio de opinión, en las metas que los grupos que percibo como de derecha o izquierda parecen trazar y/o sobre las cuales guardan silencio.
Opiniones de derecha que leo en Twitter y otros medios:
En ellas ubico a personas como Gabriela Calderón, Cynthia Viteri, Cristina Reyes, Jaime Nebot, Andrés Roche, Martha Roldós, Guillermo Lasso, Francisco Franco, Alfonso Reece, José Hernández y María Josefa Coronel (dejo por fuera a Janneth Hinostroza por considerarla demasiado visceral y parcial. De igual modo a Bonil)
Desde lo leído en sus afirmaciones puedo decir que un discurso de derecha, el día de hoy, se caracteriza por atacar todas las acciones del gobierno de izquierda fuerte que pasó, defender la libertad de expresión, la fiscalización de las actividades de los poderes públicos, un gran escepticismo respecto al buen uso de los recursos que pueda provenir de toda institución pública vinculada con el Estado/poder central, generalizaciones sobre temas económicos importantes ("menos Estado y más iniciativa privada"), ambiguedad respecto a la fuerte lucha de libertades que están surgiendo el día de hoy (LGBTI, Mujer), pareciera que escaso uso de servicios públicos (no los imagino lidiando con una Metrovía, un bus cualquiera o lidiando con servicios públicos sin ayuda), silencio respecto a temas educativos públicos que no se parezcan mucho al asistencialismo y silencio respecto a actitudes cuestionables de sus pares ideológicos.
Entre las posiciones de izquierda ubico a personas como: Fabricio Barona, "Amanda", Rafael Correa y Gabriela Rivadeneira (las demás personas de izquierda que sigo no son del Ecuador). Sus discursos se caracterizan por defender una postura de justicia social de manera fuerte y frontal (tal vez más estructural que la "asistencia" de la derecha), el fortalecimiento de los poderes públicos (sobre los que tengan injerencia directa), atención a temas tributarios (en sentido de país pero también con omisiones convenientes), atención al uso de bienes públicos y privados (igual que lo anterior), ataque y escepticismo constante respecto a las posiciones de derecha, confusión fuerte entre lucha por ideales y fidelidad de grupo (creo que cierto grado de fidelidad es inevitable), ingenuidad inmensa sobre sus colaboradores y un gran silencio respecto a acciones o actitudes cuestionables que adopten sus coidearios dentro del gobierno o en otros países. No sé dónde poner a Rossana Alvarado, ni Lenín Moreno, a quienes también sigo y a quienes consideraba de izquierda.
El discurso general de mi país me propone escoger entre derecha e izquierda.
Para decir algo sobre ellas debo distinguir entre dos esferas de actividad en donde estas se mueven: el espacio de los poderes públicos (elegidos por voto popular o designados por autoridades competentes) y el espacio de la opinión (redes sociales, conversaciones, manifestaciones colectivas). ¿Por qué es necesaria esta distinción? Porque desde el poder público se pueden realizar cosas, coherentes o no, con los ideales promovidos por estas ideologías, mientras que en el espacio de la opinión se puede especular, soñar y atacar, en fin, dibujar un panorama de metas y, con ellas, expresar comprensiones del mundo. En este texto me voy a centrar en el ejercicio de opinión, en las metas que los grupos que percibo como de derecha o izquierda parecen trazar y/o sobre las cuales guardan silencio.
Opiniones de derecha que leo en Twitter y otros medios:
En ellas ubico a personas como Gabriela Calderón, Cynthia Viteri, Cristina Reyes, Jaime Nebot, Andrés Roche, Martha Roldós, Guillermo Lasso, Francisco Franco, Alfonso Reece, José Hernández y María Josefa Coronel (dejo por fuera a Janneth Hinostroza por considerarla demasiado visceral y parcial. De igual modo a Bonil)
Desde lo leído en sus afirmaciones puedo decir que un discurso de derecha, el día de hoy, se caracteriza por atacar todas las acciones del gobierno de izquierda fuerte que pasó, defender la libertad de expresión, la fiscalización de las actividades de los poderes públicos, un gran escepticismo respecto al buen uso de los recursos que pueda provenir de toda institución pública vinculada con el Estado/poder central, generalizaciones sobre temas económicos importantes ("menos Estado y más iniciativa privada"), ambiguedad respecto a la fuerte lucha de libertades que están surgiendo el día de hoy (LGBTI, Mujer), pareciera que escaso uso de servicios públicos (no los imagino lidiando con una Metrovía, un bus cualquiera o lidiando con servicios públicos sin ayuda), silencio respecto a temas educativos públicos que no se parezcan mucho al asistencialismo y silencio respecto a actitudes cuestionables de sus pares ideológicos.
Entre las posiciones de izquierda ubico a personas como: Fabricio Barona, "Amanda", Rafael Correa y Gabriela Rivadeneira (las demás personas de izquierda que sigo no son del Ecuador). Sus discursos se caracterizan por defender una postura de justicia social de manera fuerte y frontal (tal vez más estructural que la "asistencia" de la derecha), el fortalecimiento de los poderes públicos (sobre los que tengan injerencia directa), atención a temas tributarios (en sentido de país pero también con omisiones convenientes), atención al uso de bienes públicos y privados (igual que lo anterior), ataque y escepticismo constante respecto a las posiciones de derecha, confusión fuerte entre lucha por ideales y fidelidad de grupo (creo que cierto grado de fidelidad es inevitable), ingenuidad inmensa sobre sus colaboradores y un gran silencio respecto a acciones o actitudes cuestionables que adopten sus coidearios dentro del gobierno o en otros países. No sé dónde poner a Rossana Alvarado, ni Lenín Moreno, a quienes también sigo y a quienes consideraba de izquierda.
Hybris/excesos entre estos grupos:
1. Cada una es cree demasiado en sí misma. Parecen creer realmente que sus propuestas solo funcionarán relativamente bien (como ofrecen) cuando la contraria deje de existir.
2. En la derecha: el asistencialismo-distancia, la condescendencia y el la contradicción de los ciudadanos de derecha respecto a los problemas y desigualdades sociales en nuestro país (suelen decir que hacen lo que les corresponde al pagar sus impuestos, que eso le toca al gobierno central pero, al mismo tiempo, señalan al gobierno central como al gran culpable de todos los males del país).
3. En la izquierda: su fe en el poder público que olvida que primero y durante mucho tiempo debe formar personas y debe hacer un seguimiento (exterior) de estas. Ya hablé del tema de la "fidelidad" y habría que mencionar también la vanidad (ellos son los únicos buenos en la historia que cuentan). Esa vanidad es peligrosa cuando se está dispuesto a llegar a cosas como el 30S.
Ejercicios inevitables en cada una de ellas:
1. Ambas se complacen en sumar seguidores respecto a situaciones polémicas de sus contrarios. (Nuestra política se parece demasiado a un acto de manipulación, demasiado ¿no?). A veces creo que no es cinismo la expresión fácil "la opinión del pueblo es la base de nuestras acciones" (cuando sabemos que una opinión no ilustrada, no mínimamente autónoma es lo mismo que una bomba de tiempo o, sin tanto apocalipsis, cualquier cosa que se le ocurra al mejor hablador) sino verdadera ceguera de lo que implicara una democracia mejor.
2. Ambas generalizan demasiado entre unas y otras en sus discusiones (Lula es lo mismo que Correa y los Kirchner así como Uribe es lo mismo que Nebot y Trump).
3. Ambas mezclan causas justas con silencios gigantes sobre sí mismas (El caso el Universo, notoriamente ambiguo, se convierte en paradigma de la libertad de expresión; mientras que, del otro lado, la fiscalización se convierte en "persecución").
4. Ambas invocan las palabras Patria o Pueblo para justificar sus excesos, luchas importantes o intereses, siempre mezclados.
En mi caso, sobre todo respecto a los ciudadanos de a pie, noto cómo harían falta tanto unos como otros. Pienso que las divisiones de posturas son importantes y enriquecedoras pero que públicamente normalmente estamos debajo de la línea de lo ramplón y adolescente (lo siento por los teens). Pero, ¿de qué sirve eso? Tampoco sirve de mucho volverse un ciudadano indolente o un crítico no comprometido de todo. Las personas así son llevadas por esta marea también.Una ABURRIDA y repetitiva marea.
No puedo definir una postura entre esos dos extremos, por ahora solo puedo decidir puntualmente, tratar de comprender y mirar cómo se puede trabajar con ambos lados en lo que de bueno tengan para aportar. Copio aquí un pequeño texto que expresa mejor mi manera de mirar y relacionarme con estos escenarios:
Me acuerdo de cuando era adolescente. Crecí en una familia de tendencia a la derecha y sentí la paranoia que veía de la izquierda que decía "todo es culpa del partido social cristiano". Han pasado tal vez viente años y ahora oigo decir, desde el lado de la derecha que me es familiar "todo es culpa de Correa". Curioso que ambos grupos se sigan refiriendo a la culpa. El ciudadano ecuatoriano (¿que los medios gustan de molder y proyectar una y otra vez?) se asusta, se sorprende, señala, se cabrea, "pone en su lugar" y se va. Así, a la manera de Waking Dead, lucha contra un mundo incomprensible hasta que se cansa o se muere.
Cuando pienso en cómo trabajar y convivir con estas posturas antagónicas tiendo a imaginar que la meta es un banquete que todos vamos a compartir en ese cielo de nubes y entonces, se me pasa, y me pongo a pensar en cómo llegar "de verdad" a ese lugar. Digamos que es mi "como sí", a la manera de Kant.
Es un poco más feliz (¿y constantemente activo?) que creer que uno de los dos grupos va a triunfar, ¿no?
1. Cada una es cree demasiado en sí misma. Parecen creer realmente que sus propuestas solo funcionarán relativamente bien (como ofrecen) cuando la contraria deje de existir.
2. En la derecha: el asistencialismo-distancia, la condescendencia y el la contradicción de los ciudadanos de derecha respecto a los problemas y desigualdades sociales en nuestro país (suelen decir que hacen lo que les corresponde al pagar sus impuestos, que eso le toca al gobierno central pero, al mismo tiempo, señalan al gobierno central como al gran culpable de todos los males del país).
3. En la izquierda: su fe en el poder público que olvida que primero y durante mucho tiempo debe formar personas y debe hacer un seguimiento (exterior) de estas. Ya hablé del tema de la "fidelidad" y habría que mencionar también la vanidad (ellos son los únicos buenos en la historia que cuentan). Esa vanidad es peligrosa cuando se está dispuesto a llegar a cosas como el 30S.
Ejercicios inevitables en cada una de ellas:
1. Ambas se complacen en sumar seguidores respecto a situaciones polémicas de sus contrarios. (Nuestra política se parece demasiado a un acto de manipulación, demasiado ¿no?). A veces creo que no es cinismo la expresión fácil "la opinión del pueblo es la base de nuestras acciones" (cuando sabemos que una opinión no ilustrada, no mínimamente autónoma es lo mismo que una bomba de tiempo o, sin tanto apocalipsis, cualquier cosa que se le ocurra al mejor hablador) sino verdadera ceguera de lo que implicara una democracia mejor.
2. Ambas generalizan demasiado entre unas y otras en sus discusiones (Lula es lo mismo que Correa y los Kirchner así como Uribe es lo mismo que Nebot y Trump).
3. Ambas mezclan causas justas con silencios gigantes sobre sí mismas (El caso el Universo, notoriamente ambiguo, se convierte en paradigma de la libertad de expresión; mientras que, del otro lado, la fiscalización se convierte en "persecución").
En mi caso, sobre todo respecto a los ciudadanos de a pie, noto cómo harían falta tanto unos como otros. Pienso que las divisiones de posturas son importantes y enriquecedoras pero que públicamente normalmente estamos debajo de la línea de lo ramplón y adolescente (lo siento por los teens). Pero, ¿de qué sirve eso? Tampoco sirve de mucho volverse un ciudadano indolente o un crítico no comprometido de todo. Las personas así son llevadas por esta marea también.Una ABURRIDA y repetitiva marea.
No puedo definir una postura entre esos dos extremos, por ahora solo puedo decidir puntualmente, tratar de comprender y mirar cómo se puede trabajar con ambos lados en lo que de bueno tengan para aportar. Copio aquí un pequeño texto que expresa mejor mi manera de mirar y relacionarme con estos escenarios:
31. Todos nuestros ministerios deben buscar construir puentes, para promover la paz. Para lograrlo tenemos que alcanzar una comprensión más profunda del misterio del mal en el mundo y del poder transformador de la misericordiosa mirada de Dios que trabaja por hacer de la humanidad una familia reconciliada y en paz (...).
Congregación General 36, Decreto 1, N.31. Compañía de Jesús.Cuando leo y vivo cosas así veo cómo la religiosidad católica ecuatoriana que flota sobre nuestro imaginario general se quedó corta. Nunca dejó claro que el mal no venía de otros sino del propio corazón y, al revés, que el bien era posible y también nadaba en todos. Así, las posturas seculares del día de hoy siguen viviendo de virtuosos, diablos y posesos.
Me acuerdo de cuando era adolescente. Crecí en una familia de tendencia a la derecha y sentí la paranoia que veía de la izquierda que decía "todo es culpa del partido social cristiano". Han pasado tal vez viente años y ahora oigo decir, desde el lado de la derecha que me es familiar "todo es culpa de Correa". Curioso que ambos grupos se sigan refiriendo a la culpa. El ciudadano ecuatoriano (¿que los medios gustan de molder y proyectar una y otra vez?) se asusta, se sorprende, señala, se cabrea, "pone en su lugar" y se va. Así, a la manera de Waking Dead, lucha contra un mundo incomprensible hasta que se cansa o se muere.
Cuando pienso en cómo trabajar y convivir con estas posturas antagónicas tiendo a imaginar que la meta es un banquete que todos vamos a compartir en ese cielo de nubes y entonces, se me pasa, y me pongo a pensar en cómo llegar "de verdad" a ese lugar. Digamos que es mi "como sí", a la manera de Kant.
Es un poco más feliz (¿y constantemente activo?) que creer que uno de los dos grupos va a triunfar, ¿no?
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