Lo pensaba porque tenemos eucaristía todos los días. A veces uno no es tan conciente de lo que ocurre allí pero otros días, o momentos, uno oye algo y se da cuenta que lo recordado allí merece la pena ser traído de nuevo. La paz, que Dios se encarnó, que se hace pan, que no somos dignos pero que aun así nace para nosotros.
O que simplemente hay espacios en los que nos reunimos aunque entre nosotros no haya motivo. Como un espacio alternativo a nuestra construcción de mundo en donde, por un momento, el mundo se suspende y juega a otra cosa.
O que simplemente hay espacios en los que nos reunimos aunque entre nosotros no haya motivo. Como un espacio alternativo a nuestra construcción de mundo en donde, por un momento, el mundo se suspende y juega a otra cosa.
Si nuestro otro mundo es tan fuerte esto no debería hacer daño o ser temido, ¿o sí?
Y recientemente notaba algo nuevo, gracias a un autor, el rito como espacio de relación entre generaciones.
ResponderEliminarY me parece muy cierto. Una vez vi a un cura viejito celebrandole a niños y pensé que era de las pocas personas que aun se tomaba a los niños lo suficientemente en serio.