Hace un par de días terminé de leer la novela Los divinos de la escritora colombiana Laura Restrepo. Ella es más conocida por Delirio (2004), ganadora del Premio Alfaguara. Delirio estuvo ambientada en los años 80 y hacía una radiografía de la sociedad y política colombiana durante los años duros del narcotráfico.
En Los divinos (2018), Restrepo toma como trasfondo un hecho impactante para la sociedad colombiana contemporánea: el secuestro, tortura, violación y asesinato de la niña Yuliana Samboní por parte de Rafael Uribe Noguera en Bogotá en el año 2016.
Jamás había leído una novela tan dura.
Restrepo describe el crimen y sus circunstancias pero ese no es interés principal de su libro. En esta entrevista ella explica que al escribirla, más bien, intentaba dibujar y comprender la psiquis del (ó los) perpetrador(es). Para realizar esta aproximación Restrepo traslada los hechos a la ficción. La ciudad seguirá siendo Bogotá, pero los hechos y personas serán desdibujados y ampliados. Ya no se hablará de Rafael Noguera y sus hermanos, sino de un grupo de amigos de infancia llamados los Tutti Frutti. A ellos no los conoceremos por sus nombres sino solo por sus apodos: Tarabeo, El Duque, Píldora, Hobbo y, Muñeco, el asesino. Los Tutti Frutti tendrán un lema de amistad "Tutti para Frutti y Frutti para Tutti" que será puesto en tensión a raíz del crimen cometido.
Además del acercamiento a la historia y motivaciones de estos personajes, Restrepo dibuja otra psiquis violenta o violentadora: la de la sociedad. Su mentalidad se verá expuesta de dos modos: ante el hecho violento en los comentarios de pasillo, las noticias que se repiten una y otra vez por radio y televisión (llega a ser atosigante la continua alusión a la noticia del asesinato a través de noticieros) y las repeticiones del monólogo interior de nuestro narrador, Hobbo. La segunda es más sutil, se dibuja en las distancias entre los sectores de la sociedad y las ideas que tal espacio genera de unos respecto a otros.
Los divinos intenta hacer una
radiografía de un grupo social y, con ello, de la sociedad colombiana y su
división tácita por estratos sociales: el crimen, tanto real como ficticio se
dio entre los dos extremos opuestos, el estrato 6, ocupado por las familias más
solventes económicamente y, el estrato 0, por las familias en situaciones
precarias. Ella dejará sonando preguntas sobre la manera en que lugares tan opuestos de la sociedad terminan tocándose. No por amor, a la manera de las novelas mexicanas de la infancia, desgraciadamente.
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