viernes, 14 de junio de 2013

La vastedad del horizonte
cielo y mar
¿quién podría llenar esos espacios de personas?
el contento y el poder que uno siente ante una pequeña parcela.

El fuerte sonido de las olas, estampida, telúrico.
Olas que me mecían,
otras que me envolvían y zarandeaban
otras de aparente potencia.

Esquivar,
escabullirse,
dejarse llevar,
intentar montar.
Recuerdo, alguna vez, en que montándolas avanzaba a gran velocidad...
Muchos modos de proceder para momentos distintos.

Si la vida fuese más mar...
No, Mafalda,
sólo el mar por un momento.
Mira el cielo,
siente el agua
y luego búscate una manera de mostrarlo.
Quino te callaba al hacer los detalles de tus vestidos,
la construcción de los edificios,
o las tablas y los ladrillos de las calles de tu barrio.
Hónralo.
Me gusta creer que siempre tuviste vocación de educadora.
Educere, llevar afuera, encaminar.

La niña tendida en la camilla.
la enfermera la había cubierto.
Asomaba parte de su brazo,
con su buzo rosado
(lo había agujereado para que sus pulgares salieran por los costados)

Debajo de la venda
su rostro somnoliento
y algo adolorido.
Nada grave por hoy,
dolores de niña
Le sentaban con la edad
y hacían de la sala un lugar de colores pasteles.

Mi mañana colorida y cálida
asegurándome de que esté bien.

Luego,
un gruñido, "tengo hambre".
Y una cara sin sonreír
que por alguna razón, iluminaba como el sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario