Y así, también hay días pesados. Días en que quienes llevamos la buena nueva nos comportamos como cualquier administrador banal, calculando. Quién sirve, quién no sirve. Ay de nosotros si tú hubieras estado pensando eso.
¿Quién entiende tus misterios, Dios mío?
Sé que hay mucha belleza en que bien o mal se quiera llevar una buena nueva e imaginemos la "mejor" manera de llevar el gran regalo dejado por el hermano mayor. Pero a veces lo olvidamos y parecemos caminar en el olvido.
Hay días en que me cuesta entender tus silencios Dios mío.
O lo que me muestras, a veces tan diferente a lo que veo.
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