(aun retocándose, me ha agotado un poco, tanto por decir)
Trato de hacer una revisión cronológica de mi experiencia cívica y de fe.
Niñez
El ángel de la guarda. Fue mi primer vínculo importante con la idea de que hay un más allá y un Dios benévolo que cuida de nosotros.
Santidad y Santo Domingo Savio. La idea de santidad en la persona de santo Domingo Savio fueron mis primeros modelos de cómo se comporta una persona que quiere a Dios. No siempre quise hacer lo que él hizo, no siempre me sentí identificado con él, pero ciertamente buscaba esta idea-conexión, ser santo-estar siempre con Dios. Fue una imagen fuerte e importante. .
Adolescencia
Los comics. Apenas comenzaba mi adolescencia mi madre me hizo saber de una tienda de cómics que habían abierto prácticamente junto a mi casa. Me encantó poder entrar en contacto con ellos, al punto de que no siempre necesitaba comprarlos (pues no podía comprarlos siempre o todos los que quería), me bastaba con entrar y mirar las portadas y posters cambiantes en el lugar. Entraba a un mundo fascinante y llamativo de justicieros y personajes oscuros. A la vez, en la televisión, surgió un personaje más cercano, el Capitán Planeta, recuerdo que fue una manera de conectar con la posibilidad de hacer algo ante las situaciones que amenzaban a nuestro mundo. No mucho después, algunos de mis amigos de barrio, llegaron a decirme "Capitán Planeta" porque comencé a andar con una fundita para la basura cada vez que salía. Otras veces me gustaba deleitarme con la belleza muda e imponente de los árboles.
La búsqueda de sabiduría y la nueva era. A la par de la lectura de cómics, recuerdo que todo lo que mencionaba sabiduría también me atraía. De alguna manera la idea de santidad, conexión con el planeta y la sabiduría se relacionaban. Con el tiempo, sin dejar el cristianismo, encontré en las creencias de la Nueva Era, explicaciones sobre el Amor de Dios que me fueron más comprensibles que el castigo eterno. Por ejemplo: la idea de la reencarnación como un modo de perfeccionamiento en el camino hacia la plenitud del Reino de los Cielos.
Mi abuelo y la ciudad.Siempre me inculcó el amor por esta, por su la vida del centro, por no volverme simplemente un chico de urbanización, sin ningún vínculo con sus fiestas y su gente de todos lados.
El Grupo Apostólico del Javier y el sentido de servicio. Encadenado a lo anterior, participar en este grupo me dio una misión aun más concreta, me dio un "sentido de grupo" ligado a una misión mayor y posible. También me mostró una cara del cristianismo alegre, activa, propositiva y festiva. El Reino de los Cielos estaba en la amistad y, sobre todo, en el encuentro con las personas a las que servimos. Sentí que el mundo estaba cerca y me relacionaba con todas su gente, que me hablaba y se alegraba conmigo. Había descubierto ese vínculo especial.
Adulto joven
Jesuita y el cristianismo Ignaciano de cabeza. Terminé mi carrera de abogado sin ninguna motivación importante sobre el futuro y, de repente, en esa búsqueda de sentido, descubrí que yo siempre había estado buscando ese sentido de servicio completo y esa siempre abierta comunión con Dios. Ingreso a la orden y "me voy de largo". Ahí tengo una fuerte experiencia de Dios: como si este me guiara como un cometa que va delante mío, "como el Principito agarrado del cometa". Luego, tuve una segunda gran experiencia de Dios, en donde sentí que estaba en todas partes y que ahora yo comprendía. Fue un evento largo y emotivo, que puedo contar en otro espacio pero puedo decir que entendí a Dios como una fuente que está dentro de cada y que lo experimentábamo de acuerdo a la cantidad que estábamos dispuestos a abrir, como si fuésemos llaves de agua abiertas, con diferentes intensidades que se podían conectar.
Esta experiencia aun me acompaña, si es que pongo atención. En esta etapa también descubro con calma a Dios en mi historia de vida, en familia, amigos, búsquedas y experiencias. Experimento que el sentido de servicio se libera y empodera al tope en esta etapa.
Con el tiempo, sin embargo, comienzan las preguntas de vuelta a la sociedad: ¿y uds, qué?, ¿y mi cuerpo, qué? Despierta la vida afectivo-sexual que sublatía en mi vida y que yo no había sabido mirar. Anduve con ella mucho tiempo, sobre todo la afectiva y, por supuesto, me abrí completamente a la conversación con psicólogos. Comencé a descubrirme un hombre- humano. Muchos tal vez lo saben siempre. Yo, más bien, lo comencé a descubrir ahí.
Hay mucho que decir sobre el andar con esta pregunta y este proceso de integración, del servicio desinteresado y apasionado y el gran silencio de Dios (o sus invitaciones a una vida afectiva), pero para brevedad, podría resumir que la pregunta se hizo tan grande que rompió todo. Dios estaba en la vida que me llamaba también, no había razón de separarme de ella. ¿Y entonces? Dios que me llamó hacia un lado, me llamaba hacia el otro también? ¿Me hablaba con otra voz también? Sonaba mucho en mi el estribillo de la película el árbol de la vida: "the way of nature y the way of grace", pero los de la gracia eran personas que morían o personajes literarios. Yo no quería ser un personaje literario viviente. El "silencio de Dios", más claro para muchas otras respuestas, no era válido sobre ese tema. Así como en el servicio, me parecía descubrir, la suavidad, el descanso, un destello de plenitud estaba en la pareja.
Plenamente adulto
Sigue el mismo viaje, todo está muy cerca, pero digamos que otras voces ya hablaban también:
Etty Hilesum. Cuando comienza esa época Dios se despersonaliza un poco. Sin embargo está presente, en lo pequeño, en los lugares rotos. Dios nace.
Hannah Arendt. A la par. "Salgo" un momento de Dios como una entidad con forma cristiana intensa, pero no dejo la fe, solo trato de entender un poco mejor quién soy y quién puedo ser. Una mejor comprensión de mi posible rol en la sociedad a partir de mi trasfondo de vida. Simone Weil también anda por ahí con sus impulsos de acción tan coherentes y claramente comprometidos.
Agustín de Hipona e Ignacio de Loyola ...al revés. Quiero decir que sentí que me pasó al revés: de haber encontrado a Dios a salir a bucar el mundo (cuando la historia de estos santos es al revés, del mundo a Dios). Eso sí, todo esto desde la experiencia de Dios mismo. Me parecía que Dios no me quería momificado, aceptando un silencio doloroso, la vida no se trataba de volverse una figurita "buena" en un escaparate, intocable y de resultados que se le escapaban de las manos con cada mudanza, como un personaje literario. A la vez, descubría, en esa carencia, que lo sagrado pasaba a revelarse como lo que no se rompía ni se dañaba, a pesar de todo, como el oro. También, creció mi decepción ante los aliados, los ídolos, los referentes. "Todos" siguían su curso y "nos" aplaudían a los religiosos pero no mucho más ¿entonces, para qué tremenda renuncia sino iba a haber equipo que liderar? Con el tiempo y ante la falta de respuesta (o la incapacidad de oir aunque se esperaba) Dios se hizo tan grande que se parecía mucho al silencio; inclusive, la nada misma. Caminaba roto mientras podío. La gracia era tenue y chiquitita en la vida de los hombres. Mejor, tal vez, podría ser un ser humano completo, "reducido" pero plenamente humano, no un personaje de literatura.
Ahora
Tiempo de preguntas, pasos, escucha y mucho movimiento. La gracia no se oye si uno no se detiene. Rose de Star Wars dice "saldremos adelante no destruyendo lo que tememos sino salvando lo que amamos". Trato de habitar ese lugar, de agarrarme. No dejar de ser puente. Buscar, sentipensar, escribir, dibujar y hacer con otros me asienta, me dan un sentido de identidad, un sentido de punto de partida y de llegada. La mujer es un hogar y un deleite de compañía, qué bella locura y descanso! pero, y el mundo? Los ritos, que ya en otros momentos me revelaron su importancia, vuelven a mostrar su valor. A la par, el mundo está muy abierto y me puede romper, dispersar. Busco un nuevo equilibrio para comenzar, para aportar, para estar y sentir que crezco, además, me debo mantener a flote y prosperar. Ya no soy uno, soy dos. Aprender a escuchar. También, busco en la historia de los primeros cristianos, busco también en las historias de personas convencidas o serviciales y buenas que sentían que tenían algo para dar, compartir. Me apoyo, un poco, al menos, en quienes aun dicen buscar y escuchar. Pruebo, hago. Comienzo a sentir los golpes y el cansancio. Volver a aprender a mirar, volver a aprender a hacer. Menos intenso que San Pablo, que se desgastaba y no parecía tener compañía, pero que hacía sus carpas, se daba su sustento. Algo con la alegría y el juego, menos palabras para decir pero cosas para mostrar, buscar, proponer.